La inteligencia emocional puede ser algo difícil de detectar.
Algunas personas la tienen naturalmente: manejan bien sus emociones, entienden las de los demás y navegan con facilidad en situaciones sociales. Otras, no tanto.
Lo interesante es que muchas personas con baja inteligencia emocional ni siquiera se dan cuenta de que carecen de ella.
Viven su día a día mostrando ciertos comportamientos que revelan esta limitación… sin ser conscientes de ello.
En este artículo, exploraremos 7 hábitos comunes entre personas con baja inteligencia emocional.
Conocerlos es el primer paso para empezar a cambiar.
Vamos a ello.
1) Reaccionar de forma exagerada ante situaciones emocionales
Todos lo hemos visto: ocurre algo inesperado, y hay una persona que reacciona como si el mundo se estuviera acabando.
Este es un signo clásico de baja inteligencia emocional.
Las personas con bajo IE suelen tener dificultades para regular sus emociones.
Se ven fácilmente sobrepasadas por situaciones que, para otros, podrían parecer menores.
Por ejemplo, alguien derrama un vaso y la reacción es desproporcionada: gritos, enojo, acusaciones.
Aunque parezca “dramático”, muchas veces esta persona no se da cuenta de que está exagerando. Es su forma automática de reaccionar.
Reconocer este patrón es el primer paso para mejorar.
Porque la autoconciencia emocional es clave para desarrollar inteligencia emocional.
2) Falta de empatía
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Pero no todos nacemos con esa habilidad desarrollada.
Tuve un amigo que siempre parecía desconectado cuando yo le contaba mis problemas.
No porque no le importara, sino porque no sabía cómo responder de forma empática.
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Cuando compartía algo frustrante, él respondía con lógica, consejos o incluso cambiaba de tema.
Me hacía sentir que no estaba siendo escuchado de verdad.
Con el tiempo —y algo de paciencia— comenzó a notar su falta de empatía y trabajó en ello.
Y eso mejoró mucho nuestra relación.
La empatía se puede aprender, pero solo si se reconoce primero que falta.
3) No saber identificar sus propias emociones
¿Alguna vez sentiste que algo andaba mal pero no sabías exactamente qué?
Eso es más común de lo que crees.
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Hay personas que tienen dificultades para reconocer lo que sienten.
Saben que están molestos, tristes o ansiosos… pero no logran ponerle nombre a la emoción.
Esto se llama alexitimia, y es más frecuente en personas con baja inteligencia emocional.
Sin claridad emocional, es difícil expresar lo que se siente o pedir ayuda.
Es como estar en un camino sin mapa.
Aprender a identificar y nombrar las emociones es esencial para mejorar las relaciones y la salud mental.
4) Escuchar sin realmente escuchar
Escuchar va más allá de oír palabras.
Implica captar emociones, intenciones, silencios.
Las personas con baja IE suelen estar más concentradas en lo que van a decir a continuación que en lo que el otro está diciendo.
Esto lleva a malentendidos, frustraciones y desconexión emocional.
No es que no les importe —simplemente no saben cómo escuchar emocionalmente.
La escucha activa y empática es una habilidad que transforma vínculos.
Y, como toda habilidad, se puede aprender.
5) No captar las señales sociales
Recuerdo una vez en que entré a una reunión emocionado para contar una buena noticia.
Pero no noté las caras tristes ni el silencio en la sala.
Resulta que acababan de hablar sobre un problema familiar grave.
Sentí mucha vergüenza después. No fue por maldad, sino por no haber leído el ambiente.
Esto es típico en personas con baja inteligencia emocional.
Les cuesta notar el tono del lugar, las expresiones no verbales o el estado emocional de los demás.
Y aunque puede llevar a momentos incómodos, también es una gran oportunidad para aprender a leer mejor las emociones de los demás.
6) Dificultad para recibir críticas
El feedback constructivo puede ser muy valioso.
Pero para alguien con baja IE, puede sentirse como un ataque personal.
Estas personas suelen confundir una crítica sobre su trabajo con un juicio sobre su valor como persona.
Por eso reaccionan con defensividad, enojo o simplemente niegan lo que se les está diciendo.
Todos nos podemos sentir incómodos ante una crítica.
La diferencia está en saber distinguir entre una observación y una ofensa.
Trabajar en esto abre puertas al crecimiento y al aprendizaje constante.
7) No saber expresar sus emociones de forma saludable
Este es uno de los hábitos más comunes y problemáticos.
En lugar de comunicar lo que sienten, estas personas guardan todo… hasta que explotan.
O expresan sus emociones de forma pasiva-agresiva, fría o dañina.
Esto genera conflictos, malentendidos y distanciamiento.
Expresar emociones de forma clara y respetuosa no solo mejora las relaciones, sino que también reduce el estrés y la ansiedad.
La inteligencia emocional no es solo reconocer lo que sentimos, sino saber cómo manejarlo y expresarlo de manera sana.
Reflexión final: la inteligencia emocional es un camino
Desarrollar inteligencia emocional no es algo que se logra de un día para otro.
Es un proceso.
Implica ensayo y error, aprender, equivocarse y seguir intentando.
Si te viste reflejado en alguno de estos hábitos —o pensaste en alguien que los tiene— no lo tomes como una condena.
Tómatelo como un punto de partida.
Porque la inteligencia emocional se puede aprender.
Y nunca es tarde para comenzar.
Todo empieza con una cosa: querer cambiar.
Reconocer tus emociones.
Escuchar con atención.
Aceptar críticas con humildad.
Expresar tus sentimientos de forma honesta.
Todo eso no solo te hará una persona más equilibrada, sino también más cercana, más empática y más plena.
Estamos todos en este mismo camino.
Uno que vale la pena recorrer.