Existe una diferencia profunda entre crecer en un hogar donde “te amo” se decía con frecuencia y otro donde esas palabras eran escasas o simplemente no existían.
La diferencia está en la huella que deja. Crecer sin escuchar “te amo” puede marcarte de forma duradera, moldeando cómo entiendes el amor y cómo te relacionas con el mundo.
Cuando no te dijeron “te amo” de niño, a menudo tienes que abrirte camino por tu cuenta para entender qué es el afecto. Y créeme, ese camino no siempre es sencillo.
Conocer las formas en que esta ausencia puede afectarte en la adultez es clave. Hay siete formas principales en las que esta falta de afirmación verbal puede dejar una marca en tu vida.
Y sí, es importante recordar que no todos experimentan estas consecuencias del mismo modo — la experiencia humana es, ante todo, diversa.
Así que, profundicemos en estos siete efectos de haber crecido sin escuchar esas tres palabras tan importantes: “te amo”.
1) Dificultad para expresar emociones
Uno de los impactos más inmediatos de no haber escuchado “te amo” es la dificultad para expresar lo que sientes.
Recordemos que los niños aprenden a través del ejemplo. Si “te amo” no forma parte del entorno, es difícil aprender a comunicar afecto o incluso reconocerlo cuando lo recibes.
Creciendo en un ambiente donde esas palabras nunca se decían, es probable que tu vocabulario emocional se haya quedado limitado.
Quizás te cueste mostrar cariño, o no sepas cómo reaccionar cuando alguien te lo demuestra.
Es como intentar moverte por una ciudad desconocida sin mapa. Puedes llegar, sí, pero seguro tomarás varios desvíos.
Reconocer esta dificultad es el primer paso para aprender a comunicarte emocionalmente. Y entender que no es una falla tuya, sino el resultado de tu crianza, puede ser liberador.
Aprender a expresar lo que sientes es, en muchos sentidos, como aprender un nuevo idioma: el idioma del amor.
Related Stories from NewsReports
2) Miedo a la vulnerabilidad
Otra consecuencia frecuente de no escuchar “te amo” en la infancia es el miedo profundo a mostrarte vulnerable. Lo sé porque lo viví.
En mi hogar, las muestras de afecto eran raras. Esas tres palabras de las que hablamos aquí… eran casi desconocidas.
Al crecer, me di cuenta de que había construido muros alrededor de mis emociones. Temía dejar que la gente se acercara demasiado, por miedo a ser herido o abandonado.
Era un intento inconsciente de protegerme. En mis relaciones, solía ser distante. Temía que, si alguien me conocía realmente, se alejara.
- People who are uncomfortable with being hugged usually had these 7 experiences growing up - Global English Editing
- People who need background noise to fall asleep usually share these 8 surprising traits, says psychology - Global English Editing
- 7 subtle power moves used by people who rarely lose arguments, according to psychology - Global English Editing
Pero algo cambió cuando entendí de dónde venía ese miedo. Comprender que se originaba en mi infancia me permitió empezar a bajar esos muros, poco a poco.
Aún estoy aprendiendo. Pero saber su origen ha sido fundamental para mi crecimiento emocional.
3) Problemas de apego
La falta de afirmación verbal también puede manifestarse como dificultades de apego en la adultez. Y esto no es solo una suposición, sino parte de la teoría del apego.
Desarrollada por John Bowlby, esta teoría plantea que nuestras primeras relaciones con nuestros cuidadores moldean nuestras relaciones futuras.
Cuando no se expresa amor verbalmente, puede surgir una inseguridad sobre si mereces o no ser amado.
Esto puede traducirse en lo que se conoce como “estilo de apego inseguro” en la adultez.
Las personas con este estilo suelen tener problemas para confiar. A veces dependen demasiado de sus parejas, y otras veces las alejan por miedo al rechazo.
Es como un péndulo que oscila entre extremos, todo derivado de la inseguridad sembrada en la infancia sobre el amor y el propio valor.
Reconocer este patrón es el primer paso para transformarlo en un apego más sano y estable.
4) Necesidad constante de validación externa
Crecer sin escuchar “te amo” puede generar una necesidad constante de validación de parte de otros.
Cuando el amor no se expresa verbalmente, se vuelve natural buscarlo en otros lados. Esto puede traducirse en intentar complacer siempre, necesitar aprobación o vivir por el reconocimiento ajeno.
Quizás hagas todo lo posible por destacar, pero cuando pasa el aplauso, te sientes vacío otra vez.
Es como si, al no haber recibido palabras de amor, creyeras que necesitas hacer algo extraordinario para merecerlo.
Y eso puede transformarse en una búsqueda interminable de aceptación — agotadora y, a menudo, insatisfactoria.
Sin embargo, darte cuenta de este patrón es el primer paso para romperlo.
Tu valor no está en lo que otros te aplauden, sino en quién eres, tal como eres.
5) Dificultad para aceptar el amor
Si no estás acostumbrado a escuchar “te amo”, puede ser difícil aceptar ese tipo de amor cuando finalmente alguien te lo expresa. Me ha pasado más de una vez.
En mis veintitantos, conocí a alguien que expresaba sus sentimientos con naturalidad.
Me decía que me amaba, y yo, en vez de sentir alegría, sentía confusión. ¿De verdad alguien podía amarme? ¿Por qué?
No estaba acostumbrado a esa afirmación. No sabía qué hacer con ella.
Se sentía como recibir un regalo hermoso, pero no sentirse digno de abrirlo.
Era una reacción directa a la falta de afecto verbal durante mis primeros años, y me costó tiempo y paciencia superarla.
Comprender esa reacción me ayudó a ver que aceptar el amor es tan importante como darlo. Y que está bien dejarse amar. Y más aún: está bien amarse a uno mismo.
6) Sobrecompensar en las relaciones
Otra consecuencia —a veces menos visible— de no haber escuchado “te amo” es la tendencia a sobrecompensar en los vínculos afectivos.
Quizás te entregas demasiado. Das más de lo necesario. Te esfuerzas en exceso para que te amen.
Como si intentaras llenar ese vacío de la infancia con gestos y afecto en exceso.
Pero ese desequilibrio suele desgastar las relaciones. Es como intentar llenar un vaso que ya está rebosando: al final, solo haces un desastre.
Reconocer esta tendencia es clave para encontrar el equilibrio.
El amor sano no es dar hasta vaciarte. Es una danza de reciprocidad, cuidado mutuo y respeto.
7) Dificultad para desarrollar amor propio
Tal vez el impacto más profundo de no haber escuchado “te amo” de niño sea la dificultad de cultivar el amor propio.
Cuando no se escucha amor en casa, se puede internalizar la idea de que uno no es digno de ser amado.
Esto puede convertirse en baja autoestima, autocrítica excesiva y sensación de no merecer afecto.
Pero hay algo que nunca debes olvidar: no haber escuchado “te amo” no define tu valor.
Mereces amor. De otros. Y, sobre todo, de ti mismo.
Abrazar el camino del amor propio
Entender las emociones humanas y sus raíces es un viaje complejo, pero profundamente transformador.
Para quienes crecieron sin escuchar “te amo”, este camino incluye capas de autoconocimiento, aceptación y sanación.
Se trata de entender cómo el pasado influye en el presente — y, más importante aún, de aprender a construir un futuro diferente.
Amar no es solo decirlo. Es también un acto, una presencia, un cuidado. Y a veces, ese amor llega en formas que no reconocimos en la infancia, pero que podemos aprender a identificar ahora.
El psicólogo Carl Rogers dijo:
“La paradoja curiosa es que, cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar.”
Esa aceptación es el primer paso hacia el amor propio.
No importa si escuchaste “te amo” o no cuando eras niño. Hoy, puedes aprender a decírtelo tú mismo.
Y también puedes aprender a decirlo a quienes amas.
Porque al final del día, todos estamos haciendo lo mejor que podemos en este mundo complicado.
Y solo por eso, merecemos nuestro propio amor, ternura y compasión.