Nunca he sido la persona más expresiva. No siempre sé las palabras adecuadas para decir, y los momentos emocionales pueden resultarme un poco incómodos.
Pero algo que he aprendido es que hacer que un niño se sienta visto y valorado no significa hacer grandes gestos ni elogiarlo constantemente.
Validar los sentimientos de un hijo no es mimarlo ni estar de acuerdo con todo lo que dice—se trata de demostrarle que sus emociones importan. Y aunque expresar sentimientos no te salga de manera natural, hay formas sencillas de hacer que tu hijo se sienta comprendido y apoyado.
Aquí tienes siete maneras de lograrlo, incluso si no eres la persona más expresiva del mundo.
1) Escucha sin apresurarte a solucionar el problema
Es natural querer solucionar los problemas de tu hijo. Cuando está triste, frustrado o decepcionado, el primer impulso suele ser darle un consejo o tranquilizarlo—»No es para tanto» o «Haz esto y todo estará bien».
Pero, muchas veces, no necesita una solución. Solo necesita ser escuchado.
Cuando te tomas el tiempo para escuchar sin intentar arreglar la situación de inmediato, le estás demostrando que sus sentimientos son válidos. Que sus emociones no deben ser ignoradas ni minimizadas.
Un simple «Te entiendo» o «Eso suena muy difícil» puede hacer una gran diferencia en cómo se siente. Y, a veces, eso es todo lo que necesita.
2) Reconoce sus sentimientos, aunque no los comprendas del todo
Antes pensaba que, si no lograba identificarme con lo que mi hijo sentía, no podía validarlo. Pero aprendí que no es necesario entenderlo completamente—lo importante es reconocerlo.
Recuerdo una vez en la que mi hijo estaba devastado porque su juguete favorito se rompió. Para mí, parecía algo sin importancia—podía reemplazarlo fácilmente—pero, para él, en ese momento, era lo peor que podía pasar.
Mi primer instinto fue decir: «Es solo un juguete, podemos comprar otro». Pero me detuve y, en cambio, le dije: «Veo que estás muy triste. Ese juguete era especial para ti».
Aunque seguía triste, su cuerpo se relajó. Sabía que no estaba ignorando su emoción. A veces, los niños no necesitan que los entendamos por completo—solo que reconozcamos que lo que sienten es real para ellos.
3) Usa su nombre cuando hables con él
Escuchar nuestro propio nombre activa áreas del cerebro relacionadas con la identidad y la autoestima. Desde pequeños, nuestro nombre está profundamente vinculado a la forma en que nos vemos a nosotros mismos, por lo que usarlo de manera intencional puede marcar una gran diferencia en cómo un niño se siente valorado.
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En lugar de un genérico «¡Bien hecho!», prueba con «Estoy muy orgulloso de ti, Sofía».
En lugar de decir «Ven aquí», di «Lucas, quiero escuchar lo que piensas».
Es un cambio pequeño, pero le muestra a tu hijo que lo ves como un individuo, no solo como una voz más en la multitud. Y cuando se siente reconocido de esta manera, es más probable que se sienta seguro, respetado y valorado.
4) Permítele tener sus propias opiniones
Puede ser tentador corregir a tu hijo cuando expresa una opinión con la que no estás de acuerdo. Ya sea sobre su película favorita, la música que le gusta o su punto de vista sobre una situación, el impulso de intervenir y «corregirlo» puede ser fuerte.
Pero si constantemente cuestionas su perspectiva, puede sentir que su forma de pensar no es importante. En lugar de contradecirlo de inmediato, prueba preguntar: «¿Qué es lo que más te gusta de eso?» o «Qué interesante, cuéntame más».
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Darle espacio para formar sus propias opiniones (aunque con el tiempo cambien) lo ayuda a desarrollar confianza en su capacidad de pensar por sí mismo. Y cuando siente que sus pensamientos son valorados, es más probable que comparta sus ideas contigo en el futuro.
5) Pide disculpas cuando te equivoques
Ha habido momentos en los que he minimizado un sentimiento demasiado rápido o he reaccionado con más dureza de la que quería. Quizás estaba cansado, distraído o simplemente hablé sin pensar. Y noté de inmediato que lo lastimé.
No siempre es fácil admitir un error, especialmente como padre. Pero decir «No debería haber dicho eso» o «Ahora me doy cuenta de que no estaba escuchando bien, ¿podemos intentarlo de nuevo?» le enseña a tu hijo que sus sentimientos importan, incluso cuando tú te equivocas.
Más importante aún, le muestra que pedir disculpas no es un signo de debilidad, sino de respeto. Y cuando ve que asumes tus errores, aprende que sus emociones merecen ser reconocidas, sin importar con quién esté hablando.
6) Celebra el esfuerzo, no solo los resultados
Es fácil elogiar a un niño cuando gana el partido, saca una nota perfecta o termina un proyecto impecablemente. Pero si solo recibe validación cuando tiene éxito, puede empezar a creer que su valor depende únicamente de sus logros.
En lugar de centrarte solo en el resultado, intenta reconocer el esfuerzo que puso en la tarea. Decir «Vi cuánto te esforzaste en esto» o «No te rendiste, incluso cuando fue difícil» refuerza la idea de que su dedicación es importante, no solo el resultado final.
Cuando los niños se sienten valorados por su esfuerzo, se vuelven más dispuestos a tomar riesgos, cometer errores y volver a intentarlo. Y eso los ayuda a crecer como personas seguras y resilientes.
7) Dedícale tiempo, aunque sea en pequeños momentos
Nada hace que un niño se sienta más valorado que saber que merece tu tiempo. No tiene que ser una conversación profunda ni una gran salida—puede ser tan simple como sentarte con él mientras te cuenta sobre su día, ver su programa favorito juntos o realmente escuchar cuando te cuenta una historia.
Cuando le das tu atención de forma constante, incluso en momentos pequeños, aprende que sus pensamientos, sentimientos y presencia importan. Y esa sensación lo acompañará incluso cuando crezca.
Conclusión: sentirse visto moldea quiénes serán en el futuro
Desde la infancia hasta la adultez, la necesidad de sentirse visto y comprendido es una de las experiencias humanas más fundamentales. La psicología ha demostrado que la validación emocional juega un papel clave en el desarrollo de la autoestima, la resiliencia y la confianza en los propios sentimientos.
Cuando los niños se sienten escuchados y valorados, no solo llevan esa seguridad durante la infancia—la trasladan a todas las relaciones, desafíos y decisiones que enfrentarán en la vida.
Incluso si expresar emociones no es algo que te salga de manera natural, pequeños gestos de reconocimiento pueden tener un impacto duradero.
Porque, al final del día, sentirse validado no se trata de grandes demostraciones—se trata de saber que quien eres realmente importa.
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