Durante buena parte de mi vida, luché con la soledad que viene de no tener amigos cercanos.
El sueño era claro como el agua:
– Un confidente con quien compartir mis secretos más profundos
– Un compañero para pasar fines de semana tranquilos
– Alguien que estuviera a mi lado en los momentos difíciles
Pero mi realidad era muy distinta.
Soy Lachlan Brown, fundador de Hack Spirit y entusiasta de la psicología. Pasé gran parte de mi juventud sintiéndome como un extraño, un observador de la alegría que los demás parecían disfrutar con sus amistades sin esfuerzo.
Me di cuenta de que mostraba ciertos comportamientos –algunos obvios, otros no tanto– que estaban intrínsecamente ligados a la falta de amistades cercanas.
En este artículo, exploraré estos comportamientos, explicados por la psicología, que son comunes en personas que no tienen amigos íntimos en quienes confiar.
Al compartir mis propias experiencias e ideas, espero ayudar a aquellos que quizás estén recorriendo el mismo camino solitario que yo recorrí. Comencemos.
1) La soledad se convierte en su zona de confort
Cuando no tenía amigos cercanos, me encontré inclinándome hacia la soledad. Es extraño, pero comenzó a sentirse como mi refugio seguro.
Según la psicología, este es un comportamiento común. Cuando careces de un grupo cercano de amigos, es más probable que adoptes la soledad como una forma de lidiar con ello. En lugar de buscar interacciones sociales, que pueden conllevar el riesgo de rechazo o malentendidos, comienzas a pasar más tiempo solo.
Elegía quedarme en casa los fines de semana, prefiriendo la comodidad predecible de mi propia compañía sobre la naturaleza impredecible de socializar.
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El silencio era mi compañero, mi consuelo. En esos momentos de soledad, a menudo me perdía en mis pensamientos o me sumergía en un libro.
Los psicólogos señalan que las personas sin amigos cercanos suelen mostrar una mayor preferencia por actividades solitarias. Esto no es necesariamente algo negativo: la soledad puede ser una herramienta poderosa para la autorreflexión y el crecimiento.
Sin embargo, el equilibrio es clave: pasar tiempo a solas debería ser una elección, no un estado predeterminado porque no tienes a nadie más a quien acudir.
Si te encuentras pasando más tiempo solo del que te gustaría, intenta acercarte a alguien, incluso si al principio resulta incómodo. Podrías sorprenderte con la respuesta que recibes.
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2) Dificultad para expresar emociones
Otro comportamiento común que noté en mí mismo fue la dificultad para expresar mis emociones. Sin amigos cercanos con quienes desahogarme, no tenía un canal para compartir mis sentimientos.
Los psicólogos sugieren que este comportamiento proviene de la falta de apoyo emocional. Cuando no tienes amigos cercanos que validen tus sentimientos, esto puede llevar a reprimir tus emociones.
Recuerdo un momento particular en el que estaba pasando por una etapa difícil en el trabajo. Sin un amigo cercano a quien contarle, reprimí mis emociones. Se sentía como si estuviera cargando un peso enorme, listo para explotar.
Fue entonces cuando me topé con una cita del psicólogo Jordan B. Peterson: «La gran mayoría de nosotros no sabe escuchar; nos vemos obligados a juzgar porque escuchar es demasiado peligroso.»
Esta cita resonó profundamente en mí. Me di cuenta de que mi dificultad para expresar emociones provenía del miedo a ser juzgado o malinterpretado.
Recuerda que está bien ser vulnerable. No pasa nada por abrirse y compartir tus emociones. Al final, como dijo Rogers, el mayor obstáculo suele ser nuestro propio miedo al juicio.
3) Dependencia excesiva de las conexiones digitales
La falta de amigos cercanos me llevó a otro comportamiento: una dependencia excesiva de las conexiones digitales.
En ausencia de interacciones cara a cara, a menudo pasaba horas desplazándome por las redes sociales o participando en foros en línea. Era una forma de sentirme conectado, incluso cuando estaba físicamente solo.
Recuerdo una noche en la que pasé casi cuatro horas hablando con extraños en un foro en línea. Se sentía bien conectarme con otras personas, incluso si solo eran conocidos virtuales. Sin embargo, al final de la noche, me di cuenta de que, aunque había socializado digitalmente, había pasado toda la velada solo en mi habitación.
Los psicólogos advierten sobre los peligros de sustituir las relaciones reales por conexiones digitales. Aunque la tecnología puede ser una gran herramienta para mantener el contacto, no puede reemplazar la intimidad emocional y la profundidad que surgen de las interacciones cara a cara.
Acércate a las personas que te rodean: colegas, vecinos o familiares. Podrías descubrir que las conexiones significativas están más cerca de lo que piensas.
4) Aumento de la autocrítica
En mi experiencia, no tener amigos cercanos a menudo llevó a un aumento en la autocrítica. Me encontraba dudando de mis habilidades sociales y cuestionando mi capacidad para agradar a los demás.
La psicología explica que, en ausencia de validación externa por parte de amigos, podemos comenzar a cuestionar nuestro propio valor.
Recuerdo noches en las que me quedaba despierto, repasando conversaciones incómodas y culpándome por no ser «lo suficientemente bueno» para mantener amistades cercanas.
Este comportamiento autocrítico está respaldado por un estudio de la Universidad de Texas en Austin. El estudio encontró que las personas que carecen de una red social de apoyo tienden a tener mayores niveles de duda y son más críticas consigo mismas.
Considera buscar ayuda de un profesional de salud mental que pueda ofrecerte estrategias para manejar esta autocrítica.
5) Sensibilidad aumentada al rechazo
Sin amigos cercanos en quienes confiar, noté otro cambio en mi comportamiento: una sensibilidad aumentada al rechazo.
Cada vez que alguien cancelaba planes o no respondía a un mensaje, lo sentía como algo personal. Estaba constantemente en alerta, esperando que las personas me decepcionaran.
Los psicólogos explican esto como una especie de profecía autocumplida. Cuando no tienes amigos cercanos, esperas ser rechazado y, en consecuencia, percibes rechazo incluso cuando no existe.
Esta sensibilidad hizo que me resultara más difícil formar nuevas conexiones. Tenía tanto miedo de ser rechazado que a menudo evitaba las situaciones sociales por completo.
Si estás luchando con este miedo, recuerda que todos enfrentamos el rechazo en algún momento. No dejes que el miedo al rechazo te impida acercarte a los demás. Puede llevar tiempo, pero formar conexiones significativas vale la pena.
6) Tendencia a sobrepensar
Un comportamiento que noté claramente en mí mismo fue la tendencia a sobrepensar. Sin amigos cercanos con quienes compartir mis pensamientos y preocupaciones, a menudo me quedaba atrapado en un ciclo de análisis excesivo.
Disecaba cada conversación e interacción, buscando señales de rechazo o aceptación. Este pensamiento excesivo constante aumentaba mi ansiedad y estrés.
El famoso psicólogo Albert Ellis dijo una vez: «El arte del amor es, en gran medida, el arte de la persistencia.» Me di cuenta de que esto se aplica no solo al amor romántico, sino también a las amistades.
El sobrepensar fue una barrera que me impidió formar amistades cercanas. Estaba tan preocupado por decir algo incorrecto o cometer un error que, muchas veces, terminaba sin decir nada.
Si te encuentras sobrepensando cada interacción, recuerda las palabras de Ellis. La persistencia, no la perfección, es clave para formar y mantener relaciones. Permítete cometer errores y aprender de ellos. Al final, todos somos humanos.
7) Una fortaleza inesperada: la resiliencia
Esto puede parecer una sorpresa, pero no tener amigos cercanos también puede llevar al desarrollo de una fortaleza inesperada: la resiliencia.
Sin un amigo cercano en quien apoyarme durante tiempos difíciles, tuve que aprender a enfrentar los desafíos por mi cuenta. Esto me obligó a desarrollar mecanismos de afrontamiento y habilidades de resolución de problemas que quizás no habría adquirido de otra manera.
Recuerdo una crisis personal en la que no tenía a nadie a quien acudir. Fue difícil, pero me obligó a enfrentar la situación de frente y encontrar una salida.
De hecho, los psicólogos señalan que las personas que a menudo resuelven problemas por sí mismas se vuelven más resilientes con el tiempo. Son capaces de recuperarse de la adversidad porque han tenido que hacerlo una y otra vez.
Sin embargo, aunque la resiliencia es una cualidad valiosa, también es importante no aislarse. Acércate a las personas que te rodean. Comienza poco a poco: únete a un club o participa en eventos comunitarios. Con el tiempo, estas conexiones pueden transformarse en amistades significativas.
Así que sí, puede que hayas desarrollado resiliencia debido a la falta de amigos cercanos, pero recuerda: nunca es tarde para comenzar a construir esas conexiones.
Conclusión
Si te identificas con algunos de estos comportamientos, recuerda que no estás solo. No es raro tener dificultades para formar amistades cercanas.
Yo he estado ahí. Es difícil, pero no es imposible cambiar.
Empieza poco a poco. Contacta a alguien con quien hayas perdido el contacto. Únete a un club o actividad que te interese. Mantente abierto a nuevas experiencias y personas.
Y, lo más importante, sé amable contigo mismo. Las amistades llevan tiempo para construirse. Estás en tu propio camino, y eso está perfectamente bien.
Tienes la capacidad de crear las conexiones que deseas.
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