7 cosas que las personas emocionalmente inmaduras hacen en una relación, según la psicología

Las relaciones pueden ser complicadas. Incluso las mejores requieren esfuerzo, comunicación y una gran dosis de autoconciencia. Pero ¿qué sucede cuando una o ambas personas en una relación carecen de madurez emocional?

Bueno, ahí es donde las cosas pueden empezar a desmoronarse rápidamente.

He pasado años profundizando en la psicología y el comportamiento humano, y algo que he aprendido es lo siguiente: la inmadurez emocional no solo causa pequeños baches en el camino, sino que puede hacer que una relación descarrile por completo.

¿Lo más complicado? Muchas personas ni siquiera se dan cuenta de que están actuando de manera emocionalmente inmadura.

En este artículo, voy a desglosar siete comportamientos comunes que las personas emocionalmente inmaduras suelen mostrar en una relación, según la psicología. Si alguna vez te has sentido frustrado o atrapado en una dinámica que no parece saludable, esto podría ayudarte a comprender mejor lo que realmente está ocurriendo.

Vamos a ello.

1) Evitan asumir la responsabilidad de sus acciones

Uno de los signos más claros de inmadurez emocional en una relación es la incapacidad –o la negativa absoluta– de asumir la responsabilidad de sus propias acciones.

Piensa en esto: cuando algo sale mal, ¿aceptan su parte en el problema o desvían la culpa, se victimizan o ponen excusas?

Las personas emocionalmente inmaduras tienen dificultades para admitir sus errores o reconocer cómo su comportamiento afecta a su pareja. En su lugar, apuntan con el dedo, minimizan la situación o actúan como si estuvieran siendo atacadas injustamente.

Esto puede ser increíblemente frustrante para la otra persona en la relación porque, sin responsabilidad, los problemas nunca se resuelven realmente. Es como tratar de arreglar una fuga de agua mientras alguien insiste en que no hay agua goteando por las paredes.

La psicología sugiere que esta evasión suele originarse en el miedo a la crítica o al rechazo. Asumir la responsabilidad requiere vulnerabilidad, algo que las personas emocionalmente inmaduras tienden a evitar. Pero sin ello, la confianza y el crecimiento en una relación se vuelven casi imposibles.

Si notas este patrón en alguien (o incluso en ti mismo), da un paso atrás y reflexiona sobre la frecuencia con la que la responsabilidad aparece en tus interacciones. Puede ser la pieza que falta para una conexión más profunda.

2) Tienen dificultades para comunicar sus sentimientos

Nunca olvidaré una relación en la que esto se convirtió en un gran problema. Cada vez que algo molestaba a mi pareja, en lugar de compartir lo que sentía, se cerraba por completo. Yo preguntaba: «¿Qué te pasa?» y siempre recibía el clásico «Nada, estoy bien», cuando claramente no lo estaba.

Era como tratar de resolver un rompecabezas sin todas las piezas. Y, para ser sincero, yo tampoco era mucho mejor. No sabía cómo crear un espacio seguro para esas conversaciones difíciles porque tampoco era bueno comunicando mis propios sentimientos.

Ahora, al mirar atrás, veo que este patrón se debía a que ambos éramos emocionalmente inmaduros. No sabíamos cómo expresar lo que sentíamos ni reconocer lo que estaba ocurriendo dentro de nosotros.

La psicóloga Brené Brown dijo una vez: «La vulnerabilidad es la cuna del amor, la pertenencia, la alegría, el coraje, la empatía y la creatividad.»

En aquel momento, no entendía cuánta verdad había en esas palabras. Pero ahora sé que la apertura emocional y la vulnerabilidad son esenciales para que una relación prospere. Sin ellas, el resentimiento se acumula, los malentendidos crecen y se levantan muros entre las personas.

Si tú o tu pareja tienen dificultades con esto, comienza poco a poco. Practica identificar tus emociones –en voz alta o incluso solo para ti mismo– en lugar de reprimirlas. Puede ser incómodo al principio (créeme, lo sé), pero con el tiempo puede transformar completamente la forma en que os conectáis.

3) Hacen que todo gire en torno a ellos

Hubo una época en mi vida en la que fui culpable de esto, y, sinceramente, me da vergüenza admitirlo.

Recuerdo una relación en la que, de alguna manera, cada conversación terminaba girando en torno a mí: mis problemas, mis metas, mis frustraciones. Si mi pareja estaba molesta por algo, intentaba «relacionarme» compartiendo una experiencia similar que había vivido. Pero, viéndolo en retrospectiva, no me estaba relacionando en absoluto… simplemente estaba desviando la atención hacia mí mismo.

En ese momento, no me daba cuenta de lo egoísta que resultaba. En mi mente, pensaba que estaba siendo útil o mostrando empatía. Pero en realidad, no le estaba dando el espacio para sentirse escuchada o validada.

Las personas emocionalmente inmaduras a menudo tienen este problema porque están demasiado atrapadas en su propio mundo. No necesariamente es por maldad; a veces es simplemente una falta de conciencia. Pero el impacto es el mismo: su pareja se siente ignorada e insignificante.

El psicólogo Carl Rogers dijo: «Cuando alguien realmente te escucha sin juzgarte, sin tratar de hacerse responsable de ti, sin intentar moldearte, se siente increíble.»

Y eso es exactamente lo que las personas emocionalmente inmaduras no logran hacer: no escuchan realmente a su pareja porque están demasiado ocupadas consigo mismas.

Romper este hábito no fue fácil para mí. Me tomó tiempo y esfuerzo aprender a escuchar activamente en lugar de simplemente esperar mi turno para hablar. Pero una vez que lo hice, cambió completamente la dinámica no solo de mis relaciones románticas, sino también de mis amistades.

Si esto te suena familiar, intenta ralentizar y escuchar de verdad cuando tu pareja hable, no para responder, sino para comprender lo que realmente está diciendo y sintiendo. Es un pequeño cambio que puede marcar una gran diferencia.

4) Tienen dificultades para regular sus emociones

Solía pensar que era normal dejar que mis emociones me controlaran. Si estaba frustrado, estallaba. Si estaba molesto, me aislaba. Y si las cosas no salían como quería, me hundía en un estado de ánimo negativo durante días.

Pero esa falta de regulación emocional causaba estragos en mis relaciones.

Una investigación publicada en el Journal of Social and Personal Relationships encontró que las personas con poca capacidad de regulación emocional tienen más probabilidades de experimentar conflictos y sentirse insatisfechas en sus relaciones románticas.

Aprender a manejar mis emociones no significó reprimirlas, sino encontrar formas de procesarlas sin permitir que dominaran mis reacciones.

Por ejemplo, en lugar de reaccionar impulsivamente en una discusión, comencé a hacer una pausa y tomar respiraciones profundas antes de responder. Parece algo simple, pero hizo una gran diferencia.

Si tú o tu pareja luchan con esto, hay esperanza. Empieza por reconocer qué te detona y date un momento antes de reaccionar. Con el tiempo, notarás que tus relaciones se vuelven menos volátiles y mucho más armoniosas.

5) Evitan conversaciones difíciles

Durante mucho tiempo, evité los conflictos a toda costa. Si algo me molestaba en una relación, prefería ignorarlo y hacer como si no fuera gran cosa. Pensaba que de esa manera mantenía la paz, pero en realidad solo estaba acumulando resentimiento.

Recuerdo una relación en particular donde este hábito me pasó factura. Mi pareja y yo teníamos expectativas muy diferentes sobre el futuro, pero en lugar de abordar el tema, me decía a mí mismo: «No vale la pena discutir sobre esto» o «No quiero arruinar el momento». Mientras tanto, la tensión crecía sin que nos diéramos cuenta.

Eventualmente, todo explotó en una gran discusión que podría haberse evitado si hubiera tenido la madurez de enfrentar la conversación desde el principio.

Las personas emocionalmente inmaduras evitan los temas difíciles porque los perciben como una amenaza. Pero la verdad es que las relaciones necesitan estas conversaciones para crecer y fortalecerse.

La psicología respalda esta idea. Un estudio publicado en Personality and Social Psychology Bulletin encontró que las parejas que practican una comunicación abierta y constructiva durante los conflictos tienen relaciones más sólidas y satisfactorias a largo plazo.

Evitar el problema puede parecer la opción más sencilla en el corto plazo, pero a largo plazo solo hace que los problemas se agranden.

Lo que me ayudó a cambiar fue comprender que el malestar de una conversación difícil dura poco, pero los problemas sin resolver pueden durar para siempre. Ahora, cuando algo me inquieta en una relación, trato de abordarlo antes de que se convierta en un obstáculo mayor.

Si eres de los que evitan los conflictos, intenta empezar poco a poco. Practica expresar sentimientos sobre temas menores antes de abordar los más importantes. Te sorprenderá lo mucho que esto puede acercarte a tu pareja y la sensación de alivio que tendrás después de hablar.

6) Dependen de su pareja para validación

En una relación pasada, caí en la trampa de depender completamente de mi pareja para sentirme bien conmigo mismo.

Si no me felicitaba por algo de lo que me sentía orgulloso, me sentía menospreciado. Si no era tan cariñosa como yo esperaba, empezaba a preguntarme si seguía interesada en mí. Mi autoestima se convirtió en algo frágil, dependiendo por completo de su atención y aprobación.

Hoy me doy cuenta de que esto no solo era injusto para mí, sino también para ella. Nadie puede –ni debería– ser el único responsable de la seguridad emocional de otra persona.

El psicólogo Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), lo explicó perfectamente al decir: «La autoestima es la mayor enfermedad de la humanidad, porque es condicional.»

Cuando basamos nuestra valía personal en la validación externa –especialmente de nuestra pareja–, nuestra seguridad emocional se vuelve inestable. En lugar de nutrir la relación, creamos una dinámica en la que siempre buscamos seguridad en lugar de construir confianza en nosotros mismos.

Lo que me ayudó a salir de este ciclo fue aprender a reconocer y valorar mis propios logros sin necesidad de aprobación externa. Empecé a celebrar mis pequeñas victorias y a recordarme a mí mismo que mi valor no dependía de nadie más. Fue un cambio progresivo, pero con el tiempo, me permitió abordar mis relaciones de manera mucho más sana.

Si te identificas con este patrón, intenta dar pequeños pasos hacia una mayor independencia emocional. Por ejemplo, en lugar de esperar a que alguien más reconozca tu esfuerzo, date a ti mismo el crédito que mereces. Aprender a validarte no solo fortalecerá tu relación, sino que también te hará sentir más seguro contigo mismo.

7) Dan demasiado, demasiado pronto

Esto puede sonar extraño. Después de todo, ser generoso y entregarse en una relación es algo positivo, ¿verdad?

Sí, pero hasta cierto punto.

Las personas emocionalmente inmaduras a menudo cruzan esa línea sin darse cuenta. Dan demasiado de sí mismas demasiado pronto, dejando de lado sus propias necesidades en un intento de demostrar su amor.

Yo solía hacerlo. En una relación pasada, creía que la mejor manera de asegurarme de que funcionara era dar todo de mí: mi tiempo, mi atención, mi energía… incluso si significaba descuidar mis propias prioridades.

Al principio, se sentía bien. Pero con el tiempo, empecé a sentirme agotado y resentido porque el nivel de esfuerzo que ponía no siempre era correspondido. Y lo peor es que mi pareja nunca me pidió que hiciera todo eso; fue algo que impuse sobre mí mismo.

Este comportamiento suele provenir del miedo al rechazo o del deseo de ser «suficiente» para la otra persona. Pero en realidad, dar demasiado, demasiado pronto, puede hacer que la relación pierda el equilibrio.

La terapeuta Esther Perel lo describe perfectamente: «El equilibrio entre dar y recibir es lo que construye la confianza y el respeto mutuo en una relación.»

Si sientes que das más de lo que recibes, antes de decir «sí» a algo en tu relación, pregúntate: «¿Estoy haciendo esto por amor o por miedo?» y «¿Esto me hará sentir bien o me agotará?»

Aprender a poner límites no es egoísmo, sino una señal de madurez emocional y respeto por ti mismo.

Conclusión: Desarrollar madurez emocional comienza con la conciencia

La inmadurez emocional puede afectar profundamente una relación, pero la buena noticia es que se puede cambiar.

El primer paso es reconocer estos patrones, ya sea en ti mismo o en tu pareja, y comprender cómo impactan la relación.

Desde mejorar la comunicación hasta establecer límites y aprender a validar nuestras propias emociones, el crecimiento emocional no se trata de ser perfectos, sino de avanzar en la dirección correcta.

Recuerda lo que dijo Carl Jung: «Hasta que hagas consciente lo inconsciente, dirigirá tu vida y lo llamarás destino.»

Tomar conciencia de estos patrones te da el poder de transformarlos. Y cuanto más trabajes en tu madurez emocional, más saludables y satisfactorias serán tus relaciones –incluyendo la que tienes contigo mismo.

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